sábado, 24 de enero de 2015

salmo 144 de rescate y prosperidad

Bendito sea Jehová, mi roca,
Quien adiestra mis manos para la batalla,
 Y mis dedos para la guerra;
 Misericordia mía y mi castillo,
Fortaleza mía y mi libertador,
Escudo mío, en quien he confiado;
El que sujeta a mi pueblo debajo de mí.
 Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses,
O el hijo de hombre, para que lo estimes?
 El hombre es semejante a la vanidad;
Sus días son como la sombra que pasa.
 Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende;
Toca los montes, y humeen.
 Despide relámpagos y disípalos,
Envía tus saetas y túrbalos.
 Envía tu mano desde lo alto;
Redímeme, y sácame de las muchas aguas,
De la mano de los hombres extraños,
 Cuya boca habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de mentira.
 Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo;
Con salterio, con decacordio cantaré a ti.
 Tú, el que da victoria a los reyes,
El que rescata de maligna espada a David su siervo.
 Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños,
Cuya boca habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de mentira.
 Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,
Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio;
 Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;
Nuestros ganados, que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;
 Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo;
No tengamos asalto, ni que hacer salida,
Ni grito de alarma en nuestras plazas.
 Bienaventurado el pueblo que tiene esto;
Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.

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